sábado, 4 de octubre de 2008

Mi amiguito Sol

Tengo un amiguito
que se llama Sol;
todas las mañanas
jugamos los dos.

Mientras corro y salto
lleno de ilusión,
él va regalando
canción y color.

Tengo un amiguito
que se llama Sol,
es del mundo entero
el mejor pintor.

No hay nada más lindo
ni dicha mejor,
que venga a buscarme
mi amiguito Sol.

El pollito sinvergüenza

Hay un pollito
que tiene frío,
me está diciendo
su pío… pío…
Voy en su ayuda
apresurado
y el muy sinvergüenza
ya se ha tapado.

Bajo el plumaje
de su mamita
mueve contento
su cabecita.
Vuelvo sonriendo
al cuarto mío,
y otra vez siento
su pío… pío…

El grillito rengo

Encontré en mi casa
un grillito rengo,
y en una cajita
cuidado lo tengo.

Quiero que se cure.
Que de nuevo cante.
Quiero que camine,
que corra y que salte.

Quiero que de nuevo
tenga la fortuna,
de sentirse poeta
en noches de luna.

Y tal vez mañana,
desde alguna mata,
me brinde contento
una serenata.

Es palabra de ratón

Era una vez un ratón
que quería ser campeón.

Y al gimnasio concurría
sin faltar un solo día.

Grandes pesas levantaba.
Y boxeo practicaba.

Poco a poco su figura
fue quedando una hermosura.

Largos meses de instrucción
le otorgaron perfección.

Y al notar sus condiciones
dijo un día a los ratones:

Todo, todo, puede ser,
si hay constancia en aprender.

Les prometo ser campeón
… Es palabra de ratón.

Soy un pajarito

Soy un pajarito
que quiere cantar.
Andar por los aires
y al mundo mirar.

No quedarme quieto
nunca en un lugar.
Y con mariposas
y flores jugar.

Soy un pajarito
que quiere cantar.
Y de rama en rama
saltar y brincar.

Pero todavía
tendré que esperar;
porque soy chiquito
y no sé volar.

Lauchín el travieso

Ya no tengo miedo
-decía Lauchín-
del gato que se haga
conmigo un festín.
Porque de tan viejo
miope se ha quedado,
y paso muy pancho
tranquilo a su lado.

Y así día y noche,
Lauchín, el travieso,
todo iba comiendo,
pan, azúcar, queso…
Sin que el pobre gato
pudiera hacer nada,
por tener la vista
muy, muy, muy cansada.

Lauchín, el travieso,
entraba y salía
tranquilo y sin prisa,
nadie lo corría.
Hasta que una noche…
¿Qué vieron sus ojos…?
El gato tenía
puesto unos anteojos.

Lauchín, ¡pobrecito…!
qué susto se dio.
De su casacueva
nunca más salió.
Y cuando Don Gato
muy cerca maullaba,
con tranca y con llave
la puerta cerraba.

Los meses pasaron.
Lauchín, el travieso,
se quedó encerrado
lo mismo que un preso,
diciendo a las lauchas
-entre otros consejos-
“Nunca hay que confiarse
de los gatos viejos…”

Mi cajita de figuritas

Tengo una cajita blanca
llenita de figuritas,
no las cambio, ni las juego,
porque son mis favoritas.

Tengo un barco, una gaviota.
Y una con seis pececitos:
adelante va el más grande
y detrás los más chiquitos.

Tengo un oso color negro
paradito en una pata.
El tucán y la lechuza.
Un lorito y un pirata.

Un caballo haciendo pruebas.
Blanca Nieves con enanos,
caminando por el bosque
tomaditos de las manos.

Pero hay una… ¡la más linda…!
que entre todas cuido y quiero.
Enseguida te la nombro:
Es… El Mono Relojero.

Pío… Pío…

La gallina y sus pollitos
han salido a caminar,
cuando alguno se retrasa
un cloc… cloc… lo hace apurar.

La gallina de orgullosa
hace paso militar,
y parecen los pollitos
por el patio desfilar.

Todos corren a su lado.
Todos quieren retozar.
Y hasta algunos atrevidos
sienten ganas de volar.

Pero atenta a los peligros
está siempre la gallina.
Picoteando alguna piedra.
Retirando alguna espina…

Y la tarde va pasando.
Los pollitos tienen frío.
Ya no saltan, ya no corren,
sólo dicen… pío… pío…

Mi gata Minina

Mi gata Minina
compró seis gatitos.
Hay blancos y negros.
También grisecitos.

La gata celosa
no quiere mostrarlos,
tal vez, sospechando,
que van a robarlos.

Mamá, ya me dijo,
con cara de mala,
uno, solamente,
los demás regala.

Le conté a papito
que he visto una rata.
Que dejara a todos.
También a la gata.

No me dijo nada.
Se quedó callado.
¿Eso, de la rata,
no lo habrá asustado…?

De cualquier manera
estoy muy contento.
Veremos qué pasa
llegado el momento.

Los cinco sentidos

Cuando formó Dios al hombre
las blancas nubes se abrieron,
y del cielo, azul celeste,
cinco angelitos salieron.

Frente a Dios se colocaron
obedientes en el acto;
y Dios le dijo al primero:
tú serás del hombre EL TACTO.

EL GUSTO siguió después.
Luego EL OLFATO y LA VISTA.
Y EL OIDO terminó
completando aquella lista.

Desde entonces, nace el hombre
con ese tesoro unido.
EL TACTO, EL GUSTO y LA VISTA,
EL OLFATO y EL OIDO.

La familia de los dedos

En cada mano tenemos
cinco dedos diferentes,
y tan sólo en un instante
los cinco se harán presentes.

PULGAR se llama el primero.
INDICE sigue después.
MAYOR el dedo más largo.
Y el otro, ¿saben cuál es…?

Anular lo han bautizado
y una historia ronda en él,
de amor, de paz, de ternura,
de promesa dulce y fiel.

Y sólo queda el MEÑIQUE
de estos unidos hermanos,
para formar la familia
de los dedos de la mano.

Los días de la semana

SIETE son los días
de cada semana.
Si es que me equivoco
tú no digas nada.

DOMINGO primero.
LUNES va después.
Y si digo MARTES
he nombrado a tres.

MIERCOLES y JUEVES.
¡Y qué fácil es…!
VIERNES y la cuenta
se ha elevado a seis.

SABADO y termino.
Los SIETE nombré.
¡Qué lindo…! ¡Qué lindo…!
no me e-qui-vo-qué.

El gusano solitario

Un gusano solitario
cansado de soltería,
decidió buscar esposa
y formar una familia.

Preparó su mejor ropa
en una enorme valija.
Y partió lleno de sueños
con una dulce sonrisa.

Caminó más de seis horas
sin cansancio ni fatiga;
pensando siempre en lo mismo:
¿Cómo su amada sería…?

Vino la tarde y la noche.
Vino después la mañana.
Y seguía caminando
mientras cantaba y cantaba…

Y llegó por fin a un sitio
que el sol todo maduraba;
y se preguntó contento:
¿Vivirá aquí mi adorada…?

Y arrojando la valija
con alegría tremenda,
levantó una hermosa casa
con caminito de piedra.

Rodeada de lindas flores.
Con chimenea y ventana.
Y una campana sonora
en un costado colgada.

Y puso un cartel diciendo
con letra grande y bien clara:
“SOY UN GUSANO QUE BUSCA
ENCONTRAR SU DULCE AMADA…”

Doña Pata y sus patitos

Doña Pata y sus patitos
decidieron veranear,
y se fueron a las playas
del famoso Miramar.

Levantaron una carpa
enseguida de llegar,
y después, con furia loca,
se largaron a nadar.

¡Ay qué linda que es el agua…!
¡Ay qué lindo que es el mar…!
Los patitos todos juntos
exclamaban sin cesar.

Mientras tanto, Doña Pata,
desde lejos los cuidaba,
y en la arena, señorona,
despacito se tostaba.

Por las noches, los patitos,
con mamá pata jugaban,
y de a poco, y de a poquito,
dormiditos se quedaban.

¿Y a qué no saben ustedes
los patitos qué soñaban…?
Que contentos y felices
a mamá pata besaban.

La bruja

Viajaba la bruja
en una burbuja.
Viajaba y viajaba…
Miraba y miraba…
Llevaba los ojos
enormes, vidriosos.
Y manos huesudas
con miles de arrugas.
Viajaba y viajaba…
Miraba y miraba…
De pronto, la bruja,
paró la burbuja.
Y bajó deprisa
con mala sonrisa.
Y exclamó muy fuerte:
¡Hoy estoy de suerte…!
¡Por fin un niñito
jugando solito…!
Y quiso agarrarlo.
Con ella llevarlo.
Pero no sabía
que alguien la seguía.
Era el Angel Niño
que con gran cariño,
bajaba del cielo
envuelto en un velo.
Y tocó la frente
de aquel inocente.
Y nació al instante
una luz brillante
que arrojó a la bruja
contra la burbuja.
Y se fue rabiosa.
Gritando… Furiosa…
…Viajaba la bruja
en una burbuja.
Viajaba y viajaba…
Lloraba y lloraba…

La cigarra

Hace frío y la cigarra,
no se quiere levantar.
Sabe bien, que si se enferma,
no podrá después cantar.

Hace frío y la cigarra
cada vez se abriga más,
se ha tapado con hojitas
por delante y por detrás.

Una noche larga, larga,
de seis meses pasará,
y con sol y mariposas
dulcemente soñará.

Cuando llegue primavera
de la cama saltará,
y el violín de su alegría
como loco sonará.

Las pantuflas

Las pantuflas han salido
esta tarde a caminar,
por Florida y por Corrientes
van y vienen sin parar.

Las pantuflas han salido
esta tarde a caminar,
y no quieren de contentas
a su casa regresar.

Me han contado las pantuflas
que tiradas siempre están,
a los pies de alguna cama
o debajo de un diván.

Que no salen ni siquiera
a la puerta del zaguán,
porque no es muy conveniente
por temor al qué dirán.

Las pantuflas han salido
esta tarde a caminar,
y no quieren de contentas
a su casa regresar.

Si no quiere usted señora.
Si no quiere usted señor,
que se vayan las pantuflas
trátelas con más amor.

Señor Febo

Hoy el día está nublado,
tiene cara de tristeza,
y hasta el árbol más bonito,
ha perdido su belleza.

Hoy no vuelan mariposas,
ni se siente la torcaza,
ni hay revuelos de gorriones…
Sólo el viento pasa… pasa…

Hoy las flores no perfuman,
y el jardín perdió su encanto.
Hoy comprendo, Señor Febo,
que tú vales tanto… tanto…

Mi niño

¿Qué tendrá mi niño
que el sueño ha perdido…?
Y las doce han dado
y no se ha dormido.

¿Qué tendrá mi niño
que llora en su cuna…?
Y el reloj me avisa
que marcó ya la una.

¿Qué tendrá mi niño
que empezó con tos…?
Y asustada siento
que ya dan las dos.

¿Qué tendrá mi niño
que llora otra vez…?
Y las horas pasan…
es más de las tres.

Las cuatro y las cinco…
La noche he perdido.
¡Qué importa, mi niño,
descansa dormido…!

El sueño de un sapo

Un sapo fumaba
un fino cigarro
que había encontrado
tirado en el barro.

Y mientras con gusto
el humo exhalaba,
con sueños dorados
pensaba y pensaba…

Salir para siempre
de aquel vil pantano.
Ser rico, importante,
ser casi un humano.

Pero el tiempo pasa,
deprisa, volando,
y al fino cigarro
lo fue terminando.

Y al verse de nuevo
cubierto de barro.
Que todo fue un sueño
que inspiró un cigarro,

levanta los ojos
y exclama llorando:
¿Por qué, Señor mío,
no seguí soñando…?

El gato alegre

Era un gato vagabundo
que por los techos andaba.
Cometiendo fechorías
feliz la vida pasaba.

Por ejemplo, a Don Tomás,
cuando la siesta dormía,
le entonaba sin parar
esta dulce melodía.

Miau… miau… miau… miau…
Poniéndolo tan nervioso,
que sin dormir, Don Tomás,
se levantaba furioso.

Otras veces, un pastel,
le robaba a una vecina,
que dejara unos instantes
enfriando en la cocina.

Cuando no, sobre los techos,
gran estruendo provocaba;
por el gusto de hacer ruido
con cualquier gato peleaba…

Siempre anduvo el gato alegre
en alguna travesura;
inventando hasta dormido
cómo hacer otra diablura.

Y vivió toda su vida
de esta forma divertido.
Sin causar mayores daños
nunca fue un gato aburrido.

El toro Romualdo

El toro Romualdo
tiene un gran complejo.
Muy triste se mira
que ya no es bermejo.

Su vista de fuego
casi está apagada.
Ni embiste con rabia
a la empalizada.

Ni siquiera brama
en el mes un día.
Ni escarba la tierra
con furia bravía.

Busca en las mañanas
el pastito tierno.
Y ya no le agradan
las noches de invierno.

Anda siempre ausente,
calmo, quieto, manso.
Y si da tres pasos,
dos son de descanso…

¡Ah… toro Romualdo…!
¡Cuánto que has cambiado…!
Ahora te resulta
hasta grande el prado…

El toro Romualdo
no tiene complejo.
Me estoy dando cuenta
que se ha puesto viejo.

Mi caballito salvaje

Mi caballito salvaje
tiene una mancha en la frente,
que de lejos lo distingue
hasta hacerlo diferente.

Mi caballito salvaje
¡cuándo te tendré conmigo…!
Para acariciar tus crines…
Para llamarte mi amigo…

Mi caballito salvaje
que domarte nadie pudo.
Sé que me das cada tanto
con tu relincho un saludo.

Mi caballito salvaje
tan lejano como un sueño.
¡Qué no daría en la vida
por ser un día tu dueño!

Mi caballito salvaje
no sé lo que voy queriendo.
Si amarradito tenerte,
o verte libre corriendo.

Nubecillas

Una nubecilla blanca
jugando estaba en el cielo,
que era un barco navegando
en un mar de terciopelo.

Otra nubecilla rosa
que entre mil flores jugaba,
y con su boca de espuma
una por una, besaba.

Otra nube, azul marino,
en el norte recostada,
la llegada de su amante
esperaba ilusionada.

Y una nube, blanca cala,
muy amiga de la brisa,
pensaba que en otros mundos
iba viajando deprisa.

Y quedó la gris plateada
soñando que era un pañuelo,
que iba enjugando de a poco
las lagrimitas del cielo.

Dos palomas

Han venido dos palomas
en un árbol que hay en casa,
y el palomo, haciendo un nido,
todo el día se lo pasa.

Hay que ver con qué alegría
desde el árbol sube y baja.
Hay que ver con qué entusiasmo
sin descanso éste trabaja.

Mientras tanto, la paloma,
colabora con plumitas,
que coloca con cariño
enlazando las ramitas.

Y de a poco y de a poquito,
el nidito han terminado.
y muy juntas, de cansancio,
dormiditas se han quedado.

El burrito papelero

Pasa todas las mañanas
con su carga, muy ligero,
por enfrente de mi casa
el burrito papelero.

Tiene toldo y bien pintado
su carrito chiquitito.
Por su forma y su tamaño
pareciera de enanito.

Lleva diarios y revistas.
Trapos viejos y cartones.
Y un montón de cachivaches
entre vidrios y latones.

El ya sabe que es mi amigo
y lo mucho que lo quiero.
Con la mano lo saludo
al burrito papelero.

Bicho de ciudad

Don Cascarudo llegó
de la mano de su hermano,
desde el campo a la ciudad
una noche de verano.

Pues un amigo le dijo
de una luz maravillosa,
que hace a la noche vestirse
blanca, radiante y hermosa.

Y su almita de bichito
sintió gran curiosidad;
y allí está, Don Cascarudo,
recorriendo la ciudad.

Y ya van catorce días
caminando sin parar;
y es un sueño tan dichoso
que no quiere despertar.

De contento, el cascarudo,
se le ha dado por cantar,
y esta copla, en cada esquina,
se detiene así a entonar:

“La luz del día es Divina
porque alumbra natural;
pero como soy nochero
quiero luz artificial…”

A su hermano le ha contado
lo que piensa en realidad:
ya no vuelvo más al campo…
Ahora es bicho de ciudad.

La vieja tejedora

La vieja afanosa
tejía y tejía.
Desde la mañana
hasta el mediodía.

Y llegó la tarde.
Y llegó la noche.
Y siguió tejiendo,
tejiendo en trasnoche.

Sucedió que luego
vino un nuevo día.
Y la vieja, alegre,
tejía y tejía…

Y volvió la tarde.
Y volvió la noche.
Y siguió tejiendo
hasta medianoche.

Entonces, la vieja,
exhaló un bufido.
Y gritó contenta:
¡TERMINÉ EL TEJIDO…!

Y empezó de nuevo
con otra madeja
a tejer con furia
otra vez la vieja.

Sueño

Qué cosas extrañas
me pasan, papito.
Casi siempre sueño
con un enanito.
Que viene a buscarme.
Que me da su mano.
Que dice, gracioso,
que yo soy su hermano.
Entonces, despacio,
sin hacer ni un ruido,
me lleva a lugares
que no he conocido.
Y allí, los dos juntos,
felices jugamos,
un tiempo, sin tiempo…
después regresamos.
Y cuando despierto
me quedo pensando
si es verdad aquello
o estuve soñando…
¡Ah…! olvidé decirte
su nombre, papito;
dice que lo llaman
así: “PULGARCITO”.

Un Avión

Un avión pasó volando
ayer tarde por mi casa.
No era un avión de combate
que con la muerte amenaza.

Era un avión de mi Patria
la del amor puro y franco.
Era más bien un juguete
pintado celeste y blanco.

Era tan lindo mirarlo
que lo seguí contemplando.
Así, muy suave y tranquilo,
se fue volando… volando.

¡Bendita sea mi tierra!
¡Bendito su suelo amado!
Donde pasan los aviones
y todo se hubo olvidado.

El Petirrojo

Un Petirrojo cantor
no tolerando el encierro,
decide huir de su jaula
hecha de alambre y de hierro.

Porque ha oído decir siempre
cosas hermosas del mundo.
Y quiere ver y volar
hasta el rincón más profundo.

Pero resulta imposible
escapar de aquel encierro;
pues es muy duro el alambre
y mucho más lo es el hiero.

Y piensa triste… apenado,
¿cómo hacer… cómo lograrlo…?
Y pide al cielo mil veces
que Dios quiera iluminarlo.

Y vuelve otra vez a hundirse
en aquel sueño dorado,
naciéndole, por constante,
lo que tanto hubo anhelado.

Y en el piso de la jaula
su dueño lo encuentra echado;
y creyendo que está enfermo
por compasión lo ha soltado.

Desde entonces, por el mundo,
anda saltando y mirando.
Y en cada flor se detiene
sólo un instante cantando.

Y cuando vemos deprisa
un pajarillo volando,
es, simplemente, que pasa,
el Petirrojo viajando.

Tarde de Mariposas

En esta tarde
de mariposas
y colorido
tan especial,
yo me pregunto:
¿Qué es lo que pasa…?
porque parecen
locas estar.

Giran y giran
sin detenerse
como bailando
tal vez un vals,
y son tan suaves
y silenciosas
que no se siente
que ellas están.

Acariciando
las dulces flores
suben y bajan,
vienen y van;
quedo pensando
si no se cansan
sus pobres alas
tanto agitar.

En esta tarde
si yo pudiera
ser mariposa,
poder volar,
comprendería
por qué esta tarde
las mariposas
locas están.

Chispita

Una chispita traviesa
se escapó para jugar,
y se fue tan alto y lejos
que no supo regresar.

Enseguida pensó entonces
detenerse en un lugar,
y bajó muy asustada
casi a punto de llorar.

¿… Y cuál fue la gran sorpresa
que Chispita recibió…?
Al posarse sobre un árbol
ramas y hojas encendió.

Con gran pena se dio cuenta
del peligro que causaba,
ya que en fuego convertía
todo lo que ella tocaba.

Así anduvo dando vueltas
en el aire sin parar,
esperando otras chispitas
que la fueran a buscar.

Al llegar de nuevo a casa
prometió no hacerlo más,
pero fue su ruego en vano
… su mamá le hizo chas chas.

Aunque duela el corazón
siempre es buena una lección.

La rana Cuqui

Cantaba la rana Cuqui
como nunca había cantado,
tan hermoso que otras ranas,
se acercaron a su lado.

Y en silencio se quedaron
escuchando aquel concierto,
que Cuqui, como una artista,
lo hacía con gran acierto.

Contenta la rana Cuqui
que la estaban admirando,
no se dio cuenta del tiempo
que iba pasando y pasando.

Y con afán proseguía
con alegría cantando,
y su voz, por el esfuerzo,
se fue de poco apagando.

Entonces, las demás ranas,
burlándose se alejaron,
y los ojitos de Cuqui
por primera vez lloraron.

Y ya no fue más la rana
que con su voz cautivaba,
porque de miedo a las pullas
sin entusiasmo cantaba…

…”Nunca hay que ser en la vida
demasiado exagerado,
porque nos puede ocurrir
lo que a Cuqui le ha pasado…”

Dulce Primavera

Ha llegado el tiempo
de las mariposas.
Otra vez perfuman
lirios, nardos, rosas.

Ha llegado el tiempo
de amores y risas.
De pájaros locos.
De cálidas brisas.

Ha llegado el tiempo
de vivir de nuevo,
despertando todo
con sus rayos Febo.

Ha llegado el tiempo.
Terminó la espera.
Bienvenida seas
dulce primavera.

La escoba

Una vez, la escoba,
dijo: Estoy cansada
de ser en la vida
siempre maltratada.

No me tienen nunca
para nada en cuenta,
soy, tan sólo, en casa,
como una sirvienta.

Pero… si algún día,
limpiar me resisto,
¿qué haría la gente
frente a ese imprevisto…?

¿O si me antojara
salir de paseo
por meses y meses
y nada de aseo…?

¿O ser simplemente
una abandonada
dejando basura
por doquier tirada…?

¿No saben, acaso,
que soy una dama…?
¿A nadie le importa
mi pena, mi drama…?

… Y así, protestaba
la escoba enojada,
gritando con rabia
toda acalorada.

Hasta que de pronto
se quedó callada.
Meditó un instante,
y habló más calmada.

¡Señor…! ¡Dadme fuerza…!
¡Es duro el camino…!
¡Pero, Tú lo quieres,
ese es mi destino…!

El oso virtuoso

El oso virtuoso
su violín tocaba.
Dulces melodías
que él mismo inventaba.

Nadie sabe cuándo
ni cómo aprendió,
así de repente,
un concierto dio.

Es muy raro el caso
-muchos comentaron-
Otros cosas feas
dijeron… gritaron.

Pero el oso nunca
guardó algún rencor,
su pecho tan sólo,
sabía de amor.

Y desde aquel día
el oso virtuoso,
en toda la selva
se volvió famoso.

…Y allí está, seguro
su violín tocando,
y a las malas lenguas
tal vez intrigando.

Dicen

Dicen que al nacer nacemos
con una estrella de guía,
para que nos cuide siempre
de noche como de día.

Dicen, que dice la gente,
que el Niño Dios ha nacido.
Que lo ha comprado la Virgen
sin pecado concebido.

Dicen que los Reyes vienen
bajando desde los cielos.
Trayendo muchos regalos
para los niñitos buenos.

Dicen que hay esperanza
escrita en el Libro Santo.
Vida Eterna sin dolores,
y alegría en vez de llanto.

Dicen, que de lo que dicen,
hay siempre un algo de cierto.
Tomás, el santo, dudaba,
que estaba Jesús despierto.

Piquín

Piquín era un pajarito
que siempre contento andaba.
Tan feliz Piquín vivía
que hasta volando cantaba.

Y si Piquín, algún día,
para comer no encontraba,
ningún pensamiento malo
su alegría perturbaba.

Así Piquín, se pasaba,
de rama en rama cantando,
desde que el sol se asomaba
hasta que se iba ocultando…

Piquín nada conocía
del mundo civilizado,
y en una jaula trampera
un día quedó encerrado.

Desde entonces, ya no canta.
Vive tan sólo sufriendo.
Y en un rincón de la jaula
de a poco se va muriendo…

De pronto, se hace el milagro.
La jaula se encuentra abierta.
Y Piquín, de aquel letargo,
con gran esfuerzo despierta.

Vuela, que vuela, contento,
sin pensar en lo pasado.
Vuela, que vuela, cantando…
La libertad lo ha curado.

Si yo supiera pintar

Si yo supiera pintar
¡cuántas cosas pintaría…!
Tal vez, una noche clara,
con luna de fantasía.

Un barco grande, muy grande,
en alta mar navegando.
Un campo lleno de flores
con mariposas volando.

Un cielo celeste y blanco.
Montañas altas, muy altas.
Montes, llanuras y valles.
Pájaros, flores y plantas.

Un oso pardo en el bosque
agazapado cazando.
Una bandera argentina
con todo orgullo flameando.

Un elefante en un circo.
Caracoles de colores.
El sol despertando al mundo
con sus mágicos fulgores.

Si yo supiera pintar
¡cuántas cosas pintaría…!
José, llevando a un burrito,
el Niño Dios y María.

Cuento de abuelas

Entre las viejas leyendas
contadas por las abuelas,
hay una extraña y curiosa
de una hormiguita viajera.

Amante de los caminos.
Ávida de cosas nuevas.
Nunca en el mismo lugar
residió una primavera.

Viste zapatos oscuros.
Medias largas y rayadas.
Bombachón y blusa fina.
Una valija y paraguas.

Conoce tanto de arroyos
como de pampas y valles.
De montes y de quebradas,
y de importantes ciudades.

Pero vaya a donde vaya
lleva el bien a todas partes.
Donde una mano hace falta
allí está firme y constante.

Tal vez, cuidando a un enfermo.
Tal vez, a un herido grave.
O cruzando, simplemente,
con quien no pueda una calle.

Si encuentra usted una hormiga
lejos de sus compañeras,
déjela seguir su marcha
que es “La Hormiguita Viajera”.

Mi cuento favorito

¡Abuelo…! ¡Abuelo…! ¡Abuelito…!
¡Por favor cuéntame un cuento!
Quiero dormirme soñando.
Quiero dormirme contento.

Y despertarme mañana
feliz, alegre y sonriendo.
Y andar, ¡abuelo…! ¡abuelito…!
por todas partes corriendo.

Pero no de lobos malos,
que me causan mucho miedo.
Ni de fantasmas, ni brujas,
porque asustado me quedo.

¡Abuelo…! ¡Abuelo…! ¡Abuelito…!
¡Tú sabes qué cuento quiero!
Ese que tanto me agrada…
…El del Burrito Platero.

El pirata Pata de Palo

Hubo una vez un pirata
llamado Pata de Palo.
Famoso en todos los mares
por ser un ladrón muy malo.

Según cuenta la leyenda
era tan malo, tan malo,
que nadie jamás le dijo
de frente Pata de Palo,

sin que en cólera montara,
y con la espada en la mano
era capaz de batirse
a muerte hasta con su hermano.

Se dice que en mar abierto
era un eximio corsario.
Y en peleas de tabernas
el más terrible adversario.

Pero también se comenta,
de este pirata tan bravo,
que cada tanto un remero
dejaba de ser su esclavo.

Y sonriente le decía:
La libertad te has ganado.
No me des gracia ninguna
pues ya muy bien me has pagado.

Vete con Dios y procura,
de ser feliz en la vida.
Busca un amor -te aconsejo-
que cura cualquier herida.

Y todo aquel que a su barco
por caridad se arrimaba,
aparte de pan y carne,
ropa y dinero encontraba.

…Y así termina la historia
del ladrón Pata de Palo.
El que tal vez, nunca supo,
que no fue del todo malo.

El joven poeta

Se perdió en el bosque
un joven poeta,
y vagando anduvo
con el alma inquieta.

Sin agua, sin frutos,
tres días pasó,
y un cuerpo ya exhausto
el tiempo trazó.

Y siguió buscando
la ansiada salida.
Con los pies llagados.
Con la frente herida.

Y al final, vencido,
rogó: ¡Por favor…!
Ya llevo tres días
sin ver una flor.

Mariposa de ceniza

Tal vez fue su voluntad
de morir en una planta.
Tal vez eligió una flor
para tenerla de almohada…
Y allí estaba, tan hermosa
como una niña dormida,
abrazando con sus alas
su dulce y querida amiga…
Mariposa de colores
que se te escapa la vida,
no te pondré en una caja
para tenerte de vista.
Ni tampoco en algún álbum,
ni en una fina repisa
gustando de tu belleza
como si estuvieras viva…
Dejaré que el viento lleve
tus alas de fantasía,
volando… siempre volando…
mariposa de ceniza.

Mi jefe

Tengo un jefe loco
que no sabe hablar,
con gritos y gestos
se hace interpretar.

Tengo un jefe loco
a mi vieja edad,
yo que ya no puedo
con mi humanidad…

Como un soldadito
me hace desfilar.
Andar por el suelo
correr y saltar.

Salir por las tardes
en coche a pasear;
por plazas y calles
trotar y trotar.

A veces cansado,
me extiende una mano,
y a la cama marchan
gigante y enano.

Pero hasta dormido
me sigue hostigando,
en silencio quedo
su sueño velando.

…Tengo un jefe loco
a mi vieja edad,
yo que ya no puedo
con mi humanidad…

Cuando pase el tiempo,
y mi jefe loco,
de ese mal sublime
se cure de a poco,

y ya no me ordene
quedarme a su lado,
ni me arroje cosas
mirando enojado,

ni quiera canciones
de amor y de cuna;
y no le sorprenda
ni el sol, ni la luna…

Cuánto sufrimiento
sentiré en el alma,
sin gestos, ni gritos,
que rompan mi calma.

Invierno

Ha llegado otra vez el invierno
de bufanda y gran saco de abrigo.
Implacable lo mismo que siempre,
con su viento, su lluvia y su frío.

Ha llegado otra vez el invierno
¿y qué haremos nosotros los niños…?
Encerrados y quietos en casa,
sin salidas, ni juegos, ni ruidos.

Ha llegado el invierno y nos dice:
No se enojen ustedes conmigo.
Ya vendrá primavera de nuevo…
Son apenas tres meses de frío.

El payaso

El payaso está triste.
El payaso ha llorado.
Y no viste su gorro
ni su traje rayado.

En su silla encogido
se lo pasa pensando.
Y su pecho es un globo
que se va desinflando.

Ha dejado tirada
su nariz por el suelo.
Olvidó que es payaso
al llorar sin consuelo.

Es un calco el espejo
su tristeza imitando.
Si parece burlarse
del gran bufo llorando.

Su peluca de rulos
no le importa ya nada.
Ni siquiera ha mirado
si quedó bien colgada.

…El payaso está triste.
El payaso ha llorado…
El carmín de su rostro
desteñido ha quedado.

Y en la puerta del circo
un papel ha dejado,
anunciando, tan sólo,
No hay función. Hoy, cerrado.