Don Cascarudo llegó
de la mano de su hermano,
desde el campo a la ciudad
una noche de verano.
Pues un amigo le dijo
de una luz maravillosa,
que hace a la noche vestirse
blanca, radiante y hermosa.
Y su almita de bichito
sintió gran curiosidad;
y allí está, Don Cascarudo,
recorriendo la ciudad.
Y ya van catorce días
caminando sin parar;
y es un sueño tan dichoso
que no quiere despertar.
De contento, el cascarudo,
se le ha dado por cantar,
y esta copla, en cada esquina,
se detiene así a entonar:
“La luz del día es Divina
porque alumbra natural;
pero como soy nochero
quiero luz artificial…”
A su hermano le ha contado
lo que piensa en realidad:
ya no vuelvo más al campo…
Ahora es bicho de ciudad.
sábado, 4 de octubre de 2008
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