Un sapo fumaba
un fino cigarro
que había encontrado
tirado en el barro.
Y mientras con gusto
el humo exhalaba,
con sueños dorados
pensaba y pensaba…
Salir para siempre
de aquel vil pantano.
Ser rico, importante,
ser casi un humano.
Pero el tiempo pasa,
deprisa, volando,
y al fino cigarro
lo fue terminando.
Y al verse de nuevo
cubierto de barro.
Que todo fue un sueño
que inspiró un cigarro,
levanta los ojos
y exclama llorando:
¿Por qué, Señor mío,
no seguí soñando…?
sábado, 4 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario